PACHALLAMPE PUTRE
Celebración de la siembra de papas. 2021

La plaza de Guañacagua, rodeada de casas de piedra y barro, se ha vestido con guirnaldas, escenarios y las sillas de los abuelos. En el centro un sillón de mimbre para el abuelo del pueblo. Frente a sus sitiales se ha desplegado un aguayo con hojas de coca y serpentinas. Tras el descanso que sigue a las rondas, las reinas y sus acompañantes, bailarines y asistentes se acercan a ofrecerles hojas de coca y cervezas.

Los abuelos parecen disfrutar de la alegría y beber de las risas. El bombo y los cantores al centro, el abuelo y la reina bailan en círculo alrededor suyo, y en una ronda más grande -giran en sentido contrario- las familias y amigos marchan-bailando y cantando, repitiendo las coplas. La ronda es como un juego de seducción donde mujeres y hombres de todas las edades, más aún jóvenes y adolescentes, juegan-danzando, cantando y enharinándose dulce y suavemente.

El río Codpa corre a la misma altura que el camino que lleva a Cerro Blanco, todavía quedan huellas de lo que fue la subida y desbordes ocasionados por las lluvias del año pasado. Se ven palos y mucha arena que hacen difícil una pronta recuperación de los cultivos, pero aún así la gente luce contenta, el abuelo engalanado en el centro del espacio de encuentro, todos-as preparados-as para las rondas y el esperado “membrillazo”. De fondo, el sonido del río es como un murmullo vibrante y constante, voy sintiendo que es el protagonista de la fiesta y del valle.

La señora Marlene Montecinos nos invitó a grabar la despedida del Carnaval de Cerro Blanco. Llegamos a la hora acordada a casa de su madre, queda a orilla del camino frente al río, tiene un hermoso huerto de cítricos y una escalera de piedra que conducía a un petroglifo. Marlene me cuenta que esa piedra está desde que ella tiene uso de razón y es la única en el sector, luego es posible ver más dibujos en el sector Ofragía. Rondas, cantos y bailes se realizan al interior de la casa. La señora Marlene se acerca para ofrecernos tragos, me ofrece uno que se llama “carnaval” que es jugo de membrillo con pintatani, quedamos agradecidos y contentos por este cariño. El carnaval sale rumbo a Ofragía, camino hacia una casa que está en la quebrada justo después del circuito arqueológico del mismo nombre. Allí bailan y ríen antes de trasladarse hacia la sede social donde se realizará la despedida del abuelo. Se dice que se debe dejar todo, no debe quedar nada, ni harina, ni espuma, ni frutas, ni serpentinas, todo debe quedar. El carnaval se despide a membrillazos, con alegría y tristeza. Desde el cerro el abuelo dice que traerá agua y cuidará los cultivos. Todos se abrazan y prometen volver a verse “hasta el otro año”.

Un poblado que emerge entre cerros en la quebrada de camarones donde el cielo despejado deja que el sol abrace la constante tranquilidad del pueblo, y donde el silencio se irrumpe levemente con el gruñir de los cerdos, el balar de los ovinos o el cloquear de las gallinas que anuncian la mañana y la necesidad de los animales de ser alimentados. Sus habitantes inician así su día, que pareciera ser tranquilo pero que en realidad es bastante ocupado, a un ritmo propio donde el tiempo pareciera avanzar lento y armonioso.

Cada marzo, el tiempo en Pachica se acelera, cuando la festividad del santo patrono San José se aproxima, el pueblo durante 4 días se llena de voces, risas, costumbres que marcan los tiempos de la fiesta y donde la música se vuelve protagonista envolviendo la quebrada. Todos los años entre el 17 y 21 de marzo familias oriundas de Pachica y de los poblados del valle de Codpa se reúnen a festejar a San José exaltando su fe y la relevancia de practicar las costumbres que forman parte de la celebración.

La Chulla, es la actividad que precede el tiempo de festejo, aquí, los alféreces, el Yatiri y parte de la comunidad presente se dirigen a la iglesia para iniciar la Chulla, donde se hace la lectura de las hojas de coca, para dar cuenta de cómo se desarrollará la fiesta. En estas lecturas se puede ver del estado anímico de los pasantes, de la comunidad, si saldrán imprevistos o si se puede presentar algún mal augurio. En la madrugada del 18 de marzo, la llegada de los músicos irrumpe el silencio habitual del pueblo y con ello, se anuncia el periodo festivo, así también La Gloria y Wilancha rituales esenciales para ofrendar a la tierra dando inicio a las actividades o costumbres que prosiguen.

Durante los siguientes días, las familias se dirigen a la iglesia a saludar y agradecer al Santo por darles la oportunidad de volver y retribuir lo que San José les concedió. Si hay algo que los pachiqueños destacan es que la comida y brebajes se le ofrece a toda la comunidad y visitantes, que ésta nunca debe faltar durante los días de fiesta al igual que la música que ameniza todas las actividades presentes. Así mismo, el baile religioso Kullaguas acompaña las procesiones que se realizan por el Santo a lo largo de la fiesta.

En cada actividad o costumbre el pawar y/o Chaltar (echar liquido a la tierra como ofrenda para agradecer o pedir) está presente en un continuo agradecer, relacionándose con la tierra, el pueblo, el santo y el compartir entre las familias. La Icata o Aicata, por ejemplo, es una costumbre donde los pasantes ponen en una mesa el aguayo con coca, distintos licores y dulces de todo tipo, galletas, chocolates, gomitas, entre otras. Allí los músicos tocan distintas melodías, como vals, cumbias, caporales, tinkus, etc. y las familias o parejas se acercan a la mesa, entregan dinero, se les entrega un vasito pequeño con vino pintatani (vino elaborado artesanalmente en el valle de Codpa) para que pawen la mesa y luego se sirven lo que se les apetezca, para después si ellos gustan, bailar.

El compartir entre familias, el recordar a los antiguos habitantes o ancestros que descansan en el cementerio y el recorrer con bailes y actividades el pueblo, dan cuenta de la relación con el entorno, siendo parte del ciclo festivo de las comunidades aymaras del Valle de Codpa y cuenca de Camarones.

CHITITA.
La fiesta comienza con el desentierro o la bajada de los cerros del “abuelo carnavalón”, un muñeco vestido con vestón, zapatos y sombrero que es quizás el prototipo de un ancestro genérico que tiene la capacidad de fertilizar los campos y los sueños (sé de personas que le han pedido a los "abuelos" tener hijos). Ha sido vestido en secreto y preservado cuidadosamente por algunas familias. El día de la fiesta es adornado con frutos y serpentinas de colores, lo alimentan y dan beber en cada visita. Es llevado en andas a visitar todas las chacras, casas y poblados, baila con todos-as y se dice que trae fertilidad, alegría y buenos deseos. Si bien los-as participantes de la fiesta le dan vida al “abuelo”, pareciera que éste los afecta provocando alegría. No dejo de pensar en las relaciones de reciprocidad que mantienen con los abuelos.